Vivimos en un mundo complejo, en el que más o menos un tercio de la población mundial podemos acceder a muchas oportunidades, bienes de consumo y experiencias de todo tipo. El resultado de estos beneficios y el modo en que los ejercemos, está provocando graves consecuencias para nuestro planeta, además de estar sustentado sobre un sistema desigual e injusto que se acentúa progresivamente por ambos lados, cuanto más consumimos unos, más pobres son otros…
Para entender este mundo complejo hay que experimentarlo y para ello necesitamos viajar, desplazarnos a los lugares dónde se producen todos los bienes que consumimos y conocer a aquellos que lo hacen posible, entender cómo viven y qué supone mantener allí todo lo que disfrutamos aquí. En estos viajes aprendemos tanto de las situaciones que nos encontramos como de las culturas visitadas y sus gentes y terminamos dándonos cuenta de que el mundo es un lugar enorme, formado por un crisol de culturas y estilos de vida, igual de interesantes que el nuestro y en muchos casos, mucho más sostenibles. En este paso, conocemos a la gente local, desarrollamos lazos de amistad y tenemos la oportunidades de reconectar con sentimientos y competencias que muchas veces nuestro modo de vida no nos permite desarrollar; hablamos de la empatía con las situaciones de los demás, la interculturalidad de sentir que la cultura o la raza no son más que adjetivos o la comunicación entendida como el placer de una buena charla en una aldea. ¡¡En estos viajes, somos felices!!
En AIPC Pandora, llevamos 16 años ofreciendo a los jóvenes la oportunidad de viajar de esta manera, conociendo las culturas y participando en el día a día de las comunidades locales mediante acciones de “voluntariado”. Así llamamos al acto de recolectar arroz en Tailandia con los grupos de campesinos, o apoyar a las maestras en las escuelas en Sudáfrica, ayudar en la reconstrucción de casas en Nepal o acompañar a desovar a las tortugas en Sri Lanka. Estas acciones son una fuente de aprendizaje, viajamos más para aprender que para ayudar, de paso echamos una mano, pero la finalidad es el intercambio cultural, el entendimiento mutuo y el desarrollo de aptitudes que nos van a convertir en ciudadanos globales justos, responsables y que idealmente vamos a darle la vuelta a nuestro mundo.
En AIPC Pandora, nuestros jóvenes pasan por ciclos de formación antes de su partida, les aconsejamos sobre la actitud con la que han de viajar e incidimos en su predisposición al aprendizaje. La tecnología no es bienvenida en los proyectos, les pedimos que no lleven cámaras ni móviles, que la experiencia les va a transformar a ellos y ya tendrán tiempo de compartirlo a la vuelta.
Todo esto lo contamos en respuesta al aluvión de noticias negativas que estamos viendo este verano sobre el voluntariado o el voluntarismo como lleva llamándose desde hace años. Esas noticias presentan a los jóvenes que participan en un voluntariado como salvadores del mundo y anteponen la satisfacción de su ego y el lucimiento de sus selfies en Instagram a cualquier motivación humanitaria. A esa actitud egocéntrica e irresponsable algunos ya la han bautizado como “volunturismo” y ha inspirado iniciativas como “Barbie Savior” (Barbie Salvadora), una cuenta de Instagram creada por dos chicas francesas que, a pesar de contar apenas con 100 publicaciones, tiene más de 150.000 seguidores en todo el mundo. Otro ejemplo que lleva ya tiempo circulando por las redes sociales es este vídeo publicado por la ONG SAIH Norway, que satiriza la actitud de algunos voluntarios que buscan a cualquier precio likes para sus publicaciones en las redes sociales.
Es decir, el voluntarismo, es un producto más, que responde a una necesidad muy poco elaborada de sentirse bien mediante la técnica más antigua del mundo que es “ayudar a los demás” y es verdad que está existiendo y hay organizaciones que lo están ofreciendo.
Pero a las organizaciones que no lo practicamos, a las que ofrecemos la posibilidad de desarrollar proyectos de Educación Internacional basados en un voluntariado que propone aprender antes que ayudar, que se basa en el compartir y conocer, en replantearse y orientar decisiones futuras, no nos está gustando NADA esta mala prensa y queremos explicarnos.
Nuestros proyectos y los otras tantas ONG que trabajan con responsabilidad y respeto a las culturas del Mundo, no somos así y lo avalan los más de 7000 jóvenes que han participado durante 16 años, recorriendo el mundo y que nos dicen cosas como Covadonga, participante del Microproyecto en Kenia, Lamu: “Cuando uno entra en contacto con las gentes del pueblo de Lamu descubre la generosidad del que da con los brazos abiertos sin esperar nada a cambio. Eso es lo que nos han brindado los niños de la escuela Twashukuru.”
O Iván, de 15 años, participante de un VIS (Voluntariado Internacional Solidario) en India “Con los programas de AIPC Pandora me he dado cuenta que en la vida no hay que trabajar para ganar dinero solamente, hay que trabajar para construir un mundo mejor, hay que hacer un trabajo que tenga sentido”
O Beatriz, voluntaria SVE (Servicio Voluntario Europeo) en Italia “El proyecto Pestalozzi es un microcosmos intercultural en el que conviven jóvenes llenos de esperanza y buenas intenciones por cambiar el mundo, lo que a mí me supone una fuente de motivación e inspiración para seguir trabajando en intentar dar lo mejor de mí “
Con este pequeño texto, queremos invitar a cualquier persona, periodistas incluidos, que esté interesada en saber más o resolver dudas a contactarnos y continuar la conversación.
Ana Eseverri Mayer – Directora & Fundadora AIPC Pandora
ana.esverri@aipc-pandora.org