Son casi cinco meses desde que llegué a Portugal.
Cinco meses de descubrimiento, de novedades, de adaptación, de experiencia, de aprendizaje, de prácticas, de viajes, de nuevas caras, sabores y olores.
Me siento realmente afortunada de poder vivir esta experiencia tan bonita, y de una manera tan relajada… especialmente en estos años, en los que, desgraciadamente, hay demasiadas personas que lo están pasando mal.
Cuando viajas y compartes momentos con personas de otras culturas, o de la misma pero de otros lugares y con otras experiencias, se te abre un abanico de posibilidades. Opciones que puede que te ayuden, o no, a proyectar tu vida a corto plazo, a saber lo que quieres, o al menos, lo que no quieres.
Cuando viajas te cargas de nuevas herramientas y recursos, que no pesan a la espalda…al contrario suelen ayudarte en la marcha. Y siempre hay tiempo de volver a tu tierra, pero entonces, ya serás mucho más rico.
Lo que quiero decir, es que estoy muy contenta aquí. Que la organización de acogida, es muy acogedora. Que mis compañeros de piso, de viaje, colegas, son únicos y por eso los quiero tanto (aunque sólo sean cinco meses…os aseguro que son intensos! La convivencia estira muchísimo). Que las personas (y personitas) con las que trabajo me tienen loca (mente enamorada) y que recomiendo a cualquiera que quiera aprender y vivir nuevas experiencias que no lo dude y se haga la maleta.