Una de las cosas que más me ha gustado del viaje ha sido la estancia en familias de acogida indias. Al llegar desde España el impacto es bastante intenso, ya que en muy poco tiempo te sumerges de lleno en una cultura diametralmente distinta.
Antes de ir sentíamos curiosidad y a la vez incertidumbre de imaginarnos como se nos daría. Le dábamos mil vueltas a cosas como la comida o la higiene, y pensábamos que la convivencia con indios no iba a ser fácil. Cada familia es muy distinta y cada caso particular, pero personalmente el tiempo con ellos me ha hecho apreciar la cultura enormemente. Los indios son gente muy familiar, te tratan desde el principio como si fueras uno de ellos. Te llegas a sentir como en casa aun estando a miles de kilómetros de los tuyos. Aprovechas de una cierta independencia en la que descubres cómo te las puedes arreglar. Te dejas de preocupar por tonterías, ordenas tus prioridades y simplemente te dejas llevar por la increíble realidad que te rodea. Tienes la oportunidad de observar de cerca el día a día de cada persona, de acudir a eventos y ritos especiales, probar platos locales.
Aprendes mucho de ellos a la vez que ellos de tí. Descubres su tren de vida y su manera de pensar y de ver las cosas, con tan sólo observarles y escucharles. A veces la comunicación puede ser complicada ya que no todos suelen hablar un inglés entendible para ambos. Aún así, no es algo negativo ya que así se coge confianza. Los 10 días con ellos me hicieron olvidar generalizaciones y prejuicios absurdos. Me ha hecho darme cuenta de que a pesar de las diferencias nos parecemos muchísimo.
La cultura india me fascinó y me llevo a casa unos recuerdos inolvidables y unas ganas inmensas de seguir participando en experiencias cómo ésta. Porque mucha gente te puede hacer descubrir los lugares gracias a sus palabras, pero cada uno lo vive a su manera y lo mejor es una experiencia propia.
Natalia
Participante VIS India 2014