¿Por qué, Hugo, mi hijo de 14 años, está estudiando en Sudáfrica? 

Mandar a estudiar a mi hijo al extranjero

Hoy escribo como madre de un adolescente de 14 años que está terminando su estancia educativa en Ciudad del Cabo donde ha tenido una experiencia increíble que quiero compartir en estas líneas.

Hugo es un adolescente normal, sociable pero tímido, responsable en sus estudios y muy volcado en el descubrimiento de todo lo que le rodea con una actitud muy propia de su edad. Ante la oferta de estudiar en Sudáfrica, lógicamente primaba quedarse aquí, con su vida social y los amigos, antes que irse a estudiar a un colegio allí, a vivir con una familia de origen indio y practicantes de la religión musulmana. A pesar de haber viajado desde pequeño, estos cambios, a esta edad, no es algo que hubiese elegido por si solo. Pero para esto estamos las madres y los padres…


El resultado ha sido sorprendente, la acogida de la familia maravillosa, con mucha frescura e ilusión, han integrado a Hugo en su vida y costumbres, le he visto bailar sus bailes, asistir a sus bodas y eventos varios y forjar una profunda amistad con su hijo, un año mayor, con el que, a pesar de la diferente cultura, raza y religión, a encontrado un sinfín de afinidades. El colegio también ha sido una gran elección, un lugar donde valoran materias como el arte, la tecnología y el deporte, donde cobran valor todas esas competencias transversales que les desarrollan como personas y fortalecen su carácter.

He perseguido a Hugo durante meses pidiéndole que me grabase un audio con sus reflexiones y vivencias, finalmente llegó, me encantó escucharlo y descubrir como ha vivido muy cómodo en la diferencia y disfrutado del aprendizaje; ha apreciado mucho la actitud tranquila y confiada allí, le ha permitido quitarse el estrés (según sus palabras) de aquí y como si hubiese caído del cielo, forjarse allí su propia identidad, su “reputación” en un lugar donde nadie lo conoce y donde no siente presiones de ningún tipo.



Reflexiones que a mi no me dejan indiferente y me hacen pensar sobre el tipo de vida que ofrecemos a nuestros hijos, sobre lo que les pedimos y proyectamos en ellos, sin darnos cuenta, en la mayoría de los casos, que estamos tremendamente marcados por nuestra visión del mundo, nuestros anhelos culturales, económicos y sociales.

Ahora diré que soy fundadora de AIPC Pandora, que llevo 20 años diseñando y desarrollando programas educativos, interculturales y solidarios para jóvenes y que creo no equivocarme al decir que, frente a destinos clásicos como EEUU, Sudáfrica se presenta como un soplo de aire fresco, un crisol de culturas donde la ilusión y las ganas de vivir son una realidad y una inyección de energía positiva para nuestros hijos e hijas, afectados por la pandemia y por las tensiones generadas. Ahora voy a buscarlo con mi hija pequeña y espero descubrir y compartir todo esto que me llega a través suyo en primera persona.

 

 

 

Ana Eseverri Mayer
Impact Alliances Director Lea Global Pathways para AIPC Pandora

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