Se va acercando el final de nuestra aventura maya. Los chapines, que tan bien nos trataron cuando llegamos, se están esforzando en superarse en nuestra despedida. Hoy jueves, sin ir más lejos, estamos convidados a una comida con los trabajadores dela Municipalidad (Ayuntamiento), cortesía del señor alcalde. Y para mañana, nos han invitado a otra actividad de ocio en la costa del Pacífico, un regalo emocionante al que trataremos de corresponder con ilusión y sonrisas porque el resto de cosas ya nos las hemos ido dejando aquí.
TikalNuestra tercera semana vino precedido de un bello viaje a Tikal, un conjunto monumental de ruinas mayas en el norte del país (en el departamento del Petén), y a Río Dulce y Livingston, en el Caribe guatemalteco. El viaje nos permitió comprender mejor que un país no es solo una zona y que, tal y como sucede con España, no hay una sino diez, cien, muchas Guatemala. Cada una con su paisaje y su paisanaje propios.
En lo que se refiere al trabajo, el lunes tuvimos una actividad con los trabajadores de la Municipalidad. Mediante la proyección de una película, ‘Las mujeres de verdad tienen curvas’, tratamos de iniciar un debate sobre la autoestima y sobre los enfrentamientos que se producen a diario en el trabajo y en el puesto de trabajo. Si interesante fue la proyección, mejor la respuesta de los trabajadores, que ofrecieron sus puntos de vista y compartieron sus impresiones.
El martes por la mañana, los compañeros de Inlex (la agrupación local con la que colaboramos) nos llevaron al museo del café, la música y el traje típico de Guatemala. Muy instructivo. Por la tarde, subimos a uno de los cerros que cobijan San Antonio Aguas Calientes (la ciudad donde trabajamos) a reforestar. Si difícil fue subir, más lo fue coordinar al grupo de 250 adolescentes de entre 13 y 15 años que teníamos asignados. Pero, ¿quién dijo miedo? «Un arbolito por persona, no tiren basuras y vayan con cuidado», les repetíamos mientras ellos se burlaban de nosotros porque no parábamos de decir «vale», una palabra que no conocían y, misterios de un idioma común, les sorprende tanto a ellos como su «fíjese a nosotros».
Como nos quedamos con ganas de más ejercicio físico, el miércoles (que no había actividad programada en la municipalidad) decidimos ascender al volcán Pacaya, lo que también fue una experiencia mágica y plutónica.
Hoy jueves, mientras yo escribo estas letras, mis compañeras están haciendo unas tortillas de patatas para los trabajadores de la ‘Muni’ y para las familias con las que estamos alojados. Esta noche será el momento de ir preparando las maletas porque mañana partiremos a Antigua y, el sábado y el domingo (el marte Lucía) volaremos a España. El viaje ha sido algo inolvidable, las tres semanas, insuperables. Ahora nos queda ir haciendo balance en nuestros corazones, ordenar sensaciones y pensamientos y comenzar a planificar a dónde nos iremos en 2014.