Después de un largo viaje desde Barcelona hasta Ciudad del Cabo, por fin me encuentro en la casa de voluntarios. Estoy contenta, todos los nervios que tenía se han ido porque en la casa hay muchos jóvenes como yo dispuestos a ayudar y que han venido a vivir una experiencia que puede ser muy bonita.
El primer día toca orientación, así que los diferentes trabajadores de SASTS nos informan de la vida en la ciudad, de nuestros proyectos y después tenemos un tour por Ciudad del Cabo. A partir de este día empiezan mis tres semanas de voluntariado en “St Paul’s School” un colegio de primaria situado en el barrio de Bo-Kaap. La subdirectora nos presenta a todos los profesores y alumnos. A primera vista se ve que es un cole en el que tienen muy en cuenta la disciplina, ya que los niños se levantan para saludarte cuando entras en clase…
Las dos primeras semanas había una profesora que estaba enferma, la encargada de enseñar matemáticas e inglés a los niños de 6º y 7º, así que las voluntarias nos íbamos moviendo entre las diferentes clases para ayudar a los niños con sus ejercicios. Era difícil hacer esta sustitución, aunque en cada clase hicimos grupos y cada voluntaria tenía un grupo de 6-8 alumnos para ayudar con las actividades. Para mí fue muy interesante poder trabajar con estos niños, me gustaba hablar con los niños de mi grupo, a ellos les encantaba que les llamaras por su nombre, así que intenté aprenderme los máximos posibles. Tenía nombres muy bonitos: Nyamiso, Brendon, Simbabawe, Nknosinathi, Elvis, Sipo, Syanthand, Faida, Lilitha, Luvo… Me parece que estos nombres los voy a recordar durante mucho tiempo.
También fue muy bonita la celebración del cumpleaños de Nelson Mandela, en el colegio se hizo una celebración con canciones y la verdad es que vi todo el aprecio que tanto los niños como los mayores tienen hacia este gran político.
Es impresionante como disfrutan los niños en el patio, corren, gritan, juegan con una energía interminable, me encantaba ir al patio y verlos tan contentos, hablar y jugar con ellos. A las chicas les gusta cantar y bailar, tienen muchos juegos de baile y la verdad es que ¡tienen un ritmo!
La última semana, como ya había vuelto la profesora me ofrecí para hacer algún taller de teatro y danza, así que hablé con el profesor de Arte y cultura y organizamos algunas clases para los niños que ya conocía de 6º i 7º también. Me encantó poder dar estas clases, el profesor me ayudó mucho, era una gran persona que sabía muy bien cómo tratar a los niños. Fue genial enseñarles un baile típico de Catalunya “Les Sardanes” y hablarles de las costumbres y la cultura española. Además estuve con los más pequeñajos de 5 años que eran muy gamberros, tuve un día un poco duro con ellos, pude comprobar que los profesores deben de tener mucha paciencia.
Fue difícil despedirme de los niños el último día, me hubiera gustado quedarme más tiempo para ayudarles y conocerlos más. Me quedo con todas las sonrisas, los abrazos y besos de los niños, con todo lo que he intentado enseñar y lo que me han enseñado con sus dulces palabras.
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