Un año más, sin que nos demos cuenta algunos y otros ya restando los días que faltan, quedan pocas semanas para que llegue nuevamente el verano y las vacaciones. Un período en el que la mayoría disfrutará de un tiempo de desconexión de la rutina diaria que nos acompaña el resto del año.
Como siempre, las opciones sobre cómo pasar esos días son muchas, pero cada año se demuestra que más gente opta por alejarse de las vacaciones tradicionales de playa y sombrilla para decantarse por realizar algún tipo de voluntariado internacional. Una manera de viajar al extranjero que ofrece una forma diferente de pasar nuestros días de vacaciones, que permite el acercamiento de culturas y el intercambio de solidaridad, y que tiene beneficios enormes para el visitante y el visitado aunque no siempre sean observables y mesurables a corto plazo.
No es lo mismo viajar a Marruecos con una mochila, una cámara de fotos y una ruta trazada guía de viaje en mano, que hacerlo con la misma mochila, conviviendo con familias locales y con el proyecto de desarrollar un campamento para niños y niñas de zonas rurales del Medio Atlas. En el primer caso, somos un turista que aterriza en un país: en el segundo, una persona que se va a integrar y convivir con una comunidad. La diferencia es evidente. Y es una diferencia que cada año atrae a más gente.
Sin duda, también es un posible factor explicativo de este mayor interés de la gente por este tipo de experiencias la mayor concienciación general sobre la necesidad de un consumo responsable y en el caso de las vacaciones, de un Turismo Responsable. Una forma de viajar que se aleja de las grandes cadenas hoteleras y los grandes turoperadores internacionales, para vivir la estancia en el país de una forma respetuosa con las comunidades que se visitan y con sus gentes, convirtiéndoles a ellos en beneficiarios directos de nuestra estancia en su país. Para quien aún no lo tenga claro, es como si los millones de turistas que visitan nuestro país cada verano se alojasen en hoteles propiedad de cadenas francesas o alemanas, nunca españolas, que construyen en nuestro país sus hoteles a su antojo y se llevan los ingresos que generan esos millones de visitantes sin dejar nada aquí. Ponemos nuestro clima, nuestras playas y costas… y sin embargo los ingresos se van a Francia o Alemania, por poner dos ejemplos inventados.
Pues bien, esto es lo que sucede en la mayoría de los países del Sur. Desde Europa y Estados Unidos nos sentimos atraídos por paisajes exóticos, playas exuberantes y monumentos fascinantes, pero cuando aterrizamos allí preferimos alojamientos “occidentales”. Un contrasentido y una injusticia que el Turismo Responsable pretende corregir, potenciando entre las personas que visitan un lugar en el Sur el hecho de que escojan siempre consumir responsablemente y ser respetuosos con el país que nos abre sus puertas, procurando que todo aquello que genere nuestra estancia se quede en el país y sirva así para su desarrollo. Un desarrollo que debe traer beneficios democráticamente repartidos, ser permanente, equilibrado y respetuoso.
Afortunadamente, como decimos, creemos que cada vez son más las personas que toman conciencia de esta situación. En un mundo globalizado, donde ahora viajar a países como la India, Perú o China no es un lujo para multimillonarios, si no una opción más o menos factible para una mayoría, tener conciencia de esto es un paso importante… y necesario. Porque el hecho de que queramos creer que cada vez son más no evita que sigan siendo minoría frente a todos los que siguen (inconscientemente) fortaleciendo una forma de hacer turismo que no es válida para el desarrollo equilibrado de las sociedades locales, y que a largo plazo ni siquiera es sostenible. El turismo convencional ha arrasado sistemáticamente entornos y parajes naturales, ha contaminado sociedades locales y ha acabado en muchos casos con culturas y etnias ancentrales.
El voluntariado, un paso más
Ser consciente de esto lleva de forma natural en muchos casos a dar un paso más: querer desarrollar un voluntariado internacional. O, lo que es lo mismo, participar en lo que se ve y convertirse en agente activo que influye positivamente en lo que le rodea cuando viaja. Por ello, las ONGs ofrecen este tipo de viajes solidarios como alternativa a unas vacaciones tradicionales, y desde AIPC Pandora hemos optado desde el principio por un tipo de experiencias que concuerden con nuestra filosofía y nuestros objetivos prioritarios como asociación: crear una ciudadanía cada vez más concienciada de su importancia y su papel en la sociedad global. Una idea que ponemos en práctica mediante la posibilidad de que sean los mismos ciudadanos y ciudadanas quienes desarrollen un pequeño proyecto de cooperación durante su estancia.
De esta forma, su presencia en las sociedades que se visitan pone el foco en un punto radicalmente distinto: el del respeto, el de la cooperación y el trabajo común, el del conocerse de igual a igual. El turismo convencional fomenta un tipo de relación interpersonal en el que uno (el turista) está muy por encima del otro (el ciudadano local), con lo que se establece una relación asimétrica, desigual e injusta, que provoca alejamiento y creación de estereotipos por ambas partes que no pueden si no considerarse altamente negativos. La relación que se logra con el voluntariado basado en términos de turismo responsable, establece por el contrario una relación entre iguales que desean conocerse más allá de su procedencia y cultura. Un camino a través del cual no sólo se conocen mutuamente, si no que también se acaban re-conociendo, fortaleciendo sus semejanzas más allá de sus diferencias preconcebidas.
Así, una forma de viajar y conocer el mundo concreta consigue también un tipo de ciudadanos y ciudadanas concretos, mucho más concienciados de la realidad de los países que se visitan porque han conocido de igual a igual a las personas que componen ese país o esa región visitada. Como dijo alguien alguna vez, hacer una foto en Machu Pichu no significa que conozcas Perú… y mucho menos a los peruanos y a su cultura.
Las opciones de AIPC Pandora
En el sentido de lo dicho hasta ahora, AIPC Pandora creó desde el principio de su existencia programas de movilidad internacional que siguieran estas pautas y que provocaran encuentros entre visitantes y visitados de igual a igual. Con el paso de los años y las experiencias acumuladas, el programa de Microproyectos de Cooperación representa la mejor prueba de ello. Y su crecimiento cada año en número de plazas cubiertas y proyectos ofertados, no hace si no indicarnos que cada vez somos más los que deseamos conocer así el mundo en que vivimos.
Suponen una alternativa a las vacaciones tradicionales, en las que grupos de entre 8 y 12 ciudadanos y ciudadanas viajan a un país del Sur para llevar a cabo durante 3 semanas un pequeño proyecto de cooperación al desarrollo (un microproyecto). Pero un proyecto asentado sobre las firmes bases que confiere el hecho de que se insertan en proyectos trabajados durante todo el año por entidades locales, las mismas que dictan cuáles son las necesidades que el grupo deberá cubrir. Se asegura así la efectividad de la acción y también su sostenibilidad posterior una vez que estos regresen a España.
En 2011, además, hemos lanzado un nuevo programa que sigue esta línea. Se trata del programa de Voluntariado + Idiomas, a través del cual se combina en una misma estancia un curso de inglés, francés o árabe con la realización de un proyecto de voluntariado internacional en una asociación local. Este programa está disponible durante todo el año en Sudáfrica (inglés) y en Marruecos (francés o árabe).
Y es que desde AIPC Pandora siempre hemos creído en la importancia del aprendizaje de idiomas como herramienta fundamental para el entendimiento entre culturas. De ahí la existencia de la Escuela de Idiomas y Cultura de AIPC Pandora, la única de España que pertenece a una ONG, lo que le confiere el valor añadido de que todos sus ingresos se destinan a proyectos de cooperación internacional de la entidad. En verano, la escuela ofrece Cursos de Idiomas para jóvenes y para adultos en países como Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos y Australia, siempre con la máxima calidad y en los mejores centros internacionales.
Varias opciones para un mismo fin: que este verano nuestras vacaciones sirvan para proyectar nuestra solidaridad.