Llevamos una semana en Brasil y con tanta actividad hasta ahora no habíamos encontrado el hueco para contaros nuestra llegada.
Atrás hemos dejado ya los nervios de las semanas anteriores, un viaje de más de diez horas y los nervios del papeleo de entrada. Acostumbrados como estamos los europeos (España aún es Europa?) a pasearnos por el mundo, que nos pidan más de un papel, nos extraña (si es que no nos ofende) como poco.
Superamos la primera prueba en Barajas, subir al avión 6 guitarras donadas por la Fundación Gibson al proyecto Leaozinho, éramos una auténtica banda, ahora esperando el resto que llegará este mes para que todos/as los/as niños/as tengan entre sus manos una con la que aprender música.
La llegada a la comunidad fue la confirmación de que el trabajo iniciado el año pasado y continuado a lo largo de este año tenía un sentido, los profesores de guitarra y los/as niños/as manifestaban con abrazos y besos la alegría del reencuentro. Neuza nos recibió como la llegada de sus hijos, nos alojó en su casa, donde ha creado un espacio para los/as voluntarios/as.
Parada de LucasEn la favela hay pobreza. Mucha. Y pudiera parecer que poco, o ningún, sentimiento de ser capaces de progresar. El agua y la luz están tomados prestados de la red general. Los traficantes de droga se esconden en ellas y se nutren de los chavales Tal vez no falte un plato de comida en la mesa. Tal vez no falte la cerveza. Pero si faltan muchas cosas, insospechadas en la sexta economía mundial, propios del abandono de un gobierno que ya solo mira lejos y adelante.
Parada de LucasPrimera noche en un colchón en el suelo. La paliza que llevábamos encima nos permitió dormir, mosquitos mediante. En la cabeza un millón de cosas. Entre ellas, el fin de semana que nos esperaba en Río (en la favela también se descansa). Un fin de semana fantástico, que ha permitido armar el equipo fantástico de gente que somos. Comentar los miedos, las impresiones, expectativas… y aumentar aún más las ganas de hacer. Mientras, cargar energías visitando el Pao de Açucar, bailando samba en el barrio de Lapa, descubriendo lugares increíbles en el barrio de Santa Teresa, y tostándonos al sol por donde paseaba hace años la garota de Vinicius de Moraes (Ipanema).
Parada de Lucas