La experiencia vivida en el voluntariado ha sido muy satisfactoria. Participé como voluntaria en una escuela de verano en Rabat. Fue una gran vivencia, de hecho, en muchos momentos mi cabeza sigue allí, no sólo por participar y trabajar con los niños, lo cual ya es grande, sino también por las personas de la contraparte que te acogen y te hacen sentir como en una familia. Lamentablemente, no pude quedarme más tiempo, pues coincidió con las vacaciones locales.
El día a día con los niños es una inyección de energía y positividad. Sorprende su motivación y generosidad. Si bien es cierto, que los primeros días, pueden ser difíciles. Hay muchas diferencias a la hora de desarrollar y organizar el trabajo diario. Es importante, relajarse, observar y no crearse expectativas. Cada cultura es diferente, y sin duda, Marruecos, sorprende por la improvisación.
En Marruecos me he sentido como en casa y he aprendido mucho de la experiencia y las personasConvivir con una familia, y ser participe de su día a día es una experiencia única. Los primeros días fueron de adaptación, pues a pesar de la cercanía, el choque cultural es importante, y que vas asimilando y aprendiendo poco a poco, conforme vas conviviendo con ellos. Desde el primer día, la familia me hizo sentir uno más dentro de casa. Aunque no dejó de sorprenderme la actitud del padre, grave y reservado, muy en su papel de “cabeza de familia”, pero a la vez te hacía sentir uno más.
Como dice el tópico, son personas extremadamente hospitalarias y con unos grandes valores. Desde luego, me he sentido como en casa, he aprendido muchísimo tanto de la experiencia como de las personas conocidas.
Sin duda, no veo el momento de volver a repetir, mientras, de momento convencer a más gente para que viva esta experiencia.
Ana Higuera