El sábado 11 de agosto del 2012 comenzó la aventura. Tras más de un día de viaje, Eva, JuanRo, Teresa, Patricia, Paula, Ángela, Diego, Estefanía y Álvaro llegaron a Nairobi, agotados, desbordados de alegría, nerviosos, expectantes, con las emociones a flor de piel y llenos de ganas de descubrir y trabajar.
Luis, el coordinador del grupo, llegado dos semanas antes con el fin de preparar el terreno junto al Padre Jairo, superior de la congregación de religiosos colombianos los Padres Yarumales, presentes en Kenia desde hace casi 30 años, fueron los encargados de dar la bienvenida a l@s voluntari@s. Jairo es el hombre de contacto y el encargado de gestionar la casa que la congregación tiene en la capital keniata y que es el cuartel general y lugar de paso de todos los padres que están diseminados por la geografía del país.
Es un casa agradable compuesta de 3 edificios independientes y un amplio patio y convenientemente ubicada en el barrio South B de la capital a escasos 20 minutos del centro en “Matatu”, el medio de transporte por antonomasia de Kenia y de casi toda África. Un lugar de residencia agradable a unos 15 minutos andando del orfanato donde realizaremos nuestro voluntariado durante las próximas tres semanas.
Tras una suculenta cena a base de arroz, frijoles, ensalada de col y tomate y pollo frito, y un animada charla poblada de miles de preguntas, nos retiramos a disfrutar del merecido descanso. El domingo hay planeado un día intenso en el que Eva Estaun, de Zaragoza y residente junto a su marido en Nairobi desde hace varios años, será la encargada de explicarnos el funcionamiento de la ciudad para facilitarnos el como ubicarnos y como comprender y disfrutar de la gran urbe de forma segura.
La llegada al Orfanato Songa Mbele en castellano algo así como “empujando todos a la vez” es altamente emotiva. Todos estamos expectantes y con muchas ganas y tras el primer golpe visual y emocional procedemos a revisar el espacio, ordenamos las ideas y concretamos tareas, priorizando en base a las necesidades manifestadas por Hanna, una mujer de la República Checa que esta a cargo del centro desde hace dos años y que lidia como puede en un entorno realmente agresivo en el enorme barrio de Mukuru, un “slum” (chabolas) con varios sub barrios que es el lugar de residencia de más de 400.000 personas donde la pobreza es descomunal y donde la inseguridad, la suciedad y el desorden son la norma.
El centro, creado hace varios años por Mary Killeen, un monja irlandesa de la orden “Sister of Mercy” cumple la función de escuela para cerca de 50 niñ@s en total y en su mayoría huérfan@s, enferm@s o procedentes de familias sin recursos. La hermana lleva desde finales de los setenta en el país y ha creado un sinfín de proyectos para ayudar a l@s más desfavorecid@s, a discapacitad@s, a enferm@s de sida y a mujeres solteras que apenas consiguen subsistir. La labor es encomiable y la perseverancia y la lucha incansable son la clave de este colosal trabajo de gestionar un espacio rodeado de mafias, corrupción y dificultades enormes.
La primera semana ha transcurrido ocupada y laboriosa. L@s voluntari@s han cumplido con los horarios y obligaciones siguiendo un rutina diaria que comienza a las 8.00 con el desayuno, la preparación del día y la llegada al orfanato a las 9.00. Trabajo de construcción hasta las 13.00 horas, parada para comer y a partir de las 14.00 horas, actividades varias con los niños y niñas del centro. Juegos, sesiones de fotografía, música, matemáticas y divertimentos varios que generan alegría y grandes dosis de cariño entre l@s niñ@s. Regreso a casa a eso de las 16.30 y descanso hasta las 20.00 horas hora de la cena. Breve encuentro posterior en el patio donde comentar el día y revisar las fotos y videos producidos y tiempo para cada cual antes de ir a descansar.