Voluntariado en Finlandia: Energía renovable, sostenibilidad, comunicación y amistad

Un voluntariado puede ser una forma de hacer un cambio de rumbo en tu vida o ganar experiencia en un campo profesional sin la presión de ser el último responsable. En mi caso, ha servido para reafirmar mi dirección profesional en el ámbito medioambiental.

La última voluntaria del Servicio de Voluntariado Europeo de Finlandia

Un voluntariado puede ser una forma de hacer un cambio de rumbo en tu vida o ganar experiencia en un campo profesional sin la presión de ser el último responsable. En mi caso, ha servido para reafirmar mi dirección profesional en el ámbito medioambiental. Todo empezó en Enero de 2019 cogiendo un vuelo en Barcelona, a 18ºC, y 4 horas más tarde aterrizando en Helsinki, a -10ºC. “Welcome to Finland!” Una compañera de la organización donde haría el voluntariado me recogió en el aeropuerto y me acompañó hasta mi nueva casa. A la mañana siguiente, quedé con mi nuevo jefe para hacer todos los papeles de administración (registro en la ciudad, tasas, transporte…) y después nos fuimos para la oficina donde pasaría el año. ¡Al fin les puse cara a mis nuevas compañeras de voluntariado! Y a partir de entonces vi que mi aventura había empezado.

 

 

Hice mi voluntariado en una ONG medioambiental llamada EKOenergía (EKOenergy), que pertenece a la Asociación Finesa para la Conservación de la Naturaleza (FANC por sus siglas en inglés). La tarea general de las voluntarias consiste en promover el uso de energías renovables y conservación de la biodiversidad a partir de distintas redes sociales. Para ello se da a conocer una etiqueta ecológica llamada EKOenergía que cumple con criterios de sostenibilidad. En mi caso, yo era la persona de contacto para España, Portugal y Latinoamérica. La parte creativa de la voluntaria está en la forma en qué y cómo quiere comunicar sobre ello. En 2019 las voluntarias creamos una campaña para sensibilizar a la industria de la moda de usar energía renovable. #PassionForGreenFashion. A partir de ella, conjuntamente diseñamos panfletos informativos, artículos para argumentar la campaña e hicimos entrevistas a personas del sector que ya usaban energía renovable con la ecoetiqueta. También realizamos videos cortos para concienciar al público y pude hacer dos entrevistas por la radio para difundir el mensaje en España. Pero estas tareas dan sus frutos al cabo de unos años, gracias al trabajo conjunto de las voluntarias, que pasan año tras año y logran conseguir las metas.

 

 

¡El CES (ex SVE) es mucho más que un proyecto concreto! También están las amistades y el crecimiento personal que te llevas. Las otras voluntarias procedían de Reino Unido, Italia, Alemania, Francia, Rusia y Túnez, pero también tuve la oportunidad de trabajar con estudiantes en prácticas y visitantes de China, Corea del Sur, Japón, Vietnam y Taiwán. Es increíble conocer a tanta gente de todo el mundo y aprender de todas estas culturas. Un voluntariado te hace abrir la mente.

 

 

El programa también te permite conocer mejor otro país europeo desde dentro. En mi caso, vivía con otra voluntaria y la propietaria del piso (finlandesa). Marjia, una enfermera de 60 años a punto de jubilarse, ¡tenía una casa espectacular! Con vistas al mar congelado en invierno, y a las laaaargas puestas de sol en verano… Vivir con ella me hizo tener que aprender un poco más de finés, una lengua para nada fácil. No tengo un nivel muy alto, pero el suficiente como para poder pedir un café y un pastelito de Carelia, una de las dos cosas más típicas del país. Con un sueldo mensual ajustado, uno también puede permitirse hacer turismo por Finlandia. Algunas de mis aventuras pasaron por poder ir a Ivalo, al norte de Finlandia, a “cazar” auroras (todo un espectáculo), andar por el mar helado en Helsinki, tirarme en trineo y hacer esquí de fondo. Fui a Kokkola con muchos otros voluntarios europeos en verano, y pudimos disfrutar de la puesta y salida de sol con una hora de diferencia. Visité el parque natural de Nuuksio, la isla de Livonsaari y el pueblo de verano de Naantali; me bañé en el lago Tuusula (uno de los mil lagos característicos del país) y experimenté las largas horas de oscuridad en Noviembre.

Una experiencia recomendable a todo aquel que se lo esté planteando. Es un momento para madurar, enriquecerse, aprender y hacer tareas que quizás no te hubieses planteado hacer. Es un tiempo para respirar, colaborar en un proyecto que te motiva, y retomar energías para tu futuro. Para mí ha sido un año espectacular.

Gloria Monterrubio
Marzo de 2020

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