Durante el tiempo que pasé en el Valle del Mezquital, región de México donde se ubica la localidad de El Olivo, tuve ocasión de trabajar al lado de campesinos y campesinas mexicanos que se han juntado para formar una empresa social productora de olivas y sus derivados. Fue una oportunidad única de aprendizaje sobre organización, solidaridad y trabajo dedicado.
Darte cuenta de que las personas, a pesar de vivir en condiciones de pobreza, son capaces de organizarse y salir adelante apoyándose unos a otros, me hace valorar más los proyectos que apuestan por la autogestión y el emprendimiento colectivo que por la asistencia y el individualismo. Cuando platiqué con los campesinos sobre su organización y el proyecto que tienen para producir y procesar las olivas en su comunidad, me asombró la claridad que tienen para poder consolidar sus objetivos y seguir creciendo. Ellos y ellas necesitan que las comunidades cercanas a El Olivo aprendan tamnbién a cultivar las huertas y se beneficien todos de la comercialización de los productos.
Valle del MezquitalLos niños de El Olivo son unos excelentes facilitadores para llegar a conocer a las familias y las costumbres de la comunidad. Se muestran sumamente interesados en convivir e intercambiar contigo juegos, canciones y bailes. Un de los mejores recuerdos que me llevo es el haber podido probar dos delicias de origen prehispánico: el pulque y la barbacoa de borrego. Cosas tienen en común el uso del maguey, planta de la que se saca la savia para producir una bebida fermentada (pulque) y de la que se aprovechan las hojas para cocer la carne en un horno enterrado. Conocer estos alimentos es tomar un viaje al pasado remoto de México.
Estoy convencido de que con proyectos de largo alcance como éste, la necesidad de migrar a los Estados Unidos alejándose de sus familias, se verá reducida considerablemente.
Salvador, miembro de la contraparte local de AIPC Pandora.
Mèxico, Abril 2015