“Ya nos vamos adaptando a todo. Parece que aguantamos mejor el calor (¿o es que en realidad no hace tanto como cuando llegamos?), nos gusta más la comida… y vemos todo de otra manera.
Por las mañanas, las cosas siguen parecidas a la semana pasada. Llegamos al colegio y…¡sorpresa! ¿Quién habrá venido hoy? ¿Tendremos algún niño nuevo? En cuanto ven asomar nuestro coche por la calle, nos esperan con toda la ilusión que un niño puede reflejar con su mirada y su sonrisa. Saludos, “namastes”, cantamos la canción de buenos días y ¡a empezar!
Repartimos a los niños que ya conocemos en sus respectivos grupos e intentamos descubrir el nivel que tienen los nuevos para organizarnos. Esta semana, como han empezado las clases de forma oficial el los colegios públicos (retrasaron el comienzo una semana debido a las altas temperaturas) tenemos menos niños.Lo bueno es que las noticias vuelan y como se ha corrido la voz de que estamos por aquí, aparecen nuevos alumnos cada día.
Por fin hemos conseguido descubrir que hay niños que realmente tienen el nivel más o menos adecuado a su edad, lo cual nos alegra aunque nos da bastante trabajo prepararles las clases por la falta de material y por las dificultades con el idioma. Sin embargo, nos lo tomamos como un reto personal. Los niños discapacitados, con mucho mimo y atención, van avanzando. Están todo el día sonriendo y encantados con la compañía. ¡Incluso han aprendido alguna palabra en español gracias s las canciones de Olga y Ana F.!
Con los pequeñitos…las cosas se complican. ¡No podemos casi ni comunicarnos con ellos! ¡Pero nos los comeríamos! Juegan, sonríen, nos hablan… Cogen un par de lápices de colores y una hoja y hacen lo que pueden, incluso comérselos.
Shambu, el director de Akansha Special School, se ha encargado de contactar con gente y dos días de esta semana han traído comida para los niños. Impacta verles comer, no hace falta decirles que no se deja comida en el plato. Ellos mismos se encargan de recoger lo que no son capaces de comerse en ese rato y llevárselo a casa para compartirlo con el resto de sus familias.
Para acabar la semana, nos dimos una vuelta por el barrio para conocer a los padres de los niños e intentar animarles y concienciarles de lo importante que es que sus hijos acudan al centro. ¡Nos vamos a convertir en expertos actores de mímica! Gesticulamos todo lo que podemos para intentar entendernos, puesto que la colaboración de uno de nuestros acompañantes es escasa.
Por las tardes seguimos cual “Benito y compañía”, ¡manos a la obra! Por fin el aula presenta un aspecto blanco, que no limpio, porque el suelo lo hemos dejado en perdición. ¡Menudo trabajo nos espera para limpiarlo sin escobas de palo largo, ni fregonas, ni productos adecuados! Ya hemos decidido el diseño de las paredes…¡sorpresa! Lo veréis en las fotos de finalización del proyecto.
Dos tardes, divididos en dos grupos, fuimos a ver el “slum” para ofrecer nuestra ayuda. Parece que allí cuentan con voluntarios suficientes para desarrollar sus proyectos, así que se quedó en mera visita que nos abrió aún más los ojos a nosotros. ¡Con que alegría viven los niños sin tener nada, rodeados de una miseria absoluta! Es increíble lo deprisa que pasa el tiempo.
Sin darnos cuenta, ya es otra vez viernes y… Jaisalmer y Jodhpur nos esperan!!! “