Pocas o ninguna manera de viajar aportan tanto valor como la que AIPC-Pandora promueve y hace posible a través de su programa de voluntariado internacional. En mi caso, una experiencia muy significativa a diferentes niveles; de lo más importante, los efectos del viaje a la vuelta – cuando puede cobrar sentido.
A partir de un cambio en mi trayectoria profesional, dedicada a la gestión deportiva y políticas públicas, decidí participar como voluntaria en el Microproyecto en Cuba de AIPC-Pandora en colaboración con la organización y proyecto local Maravillas de la Infancia Cultivador de Sueños. De las mejores decisiones que he tomado, pues la oportunidad llegó en un momento ideal, conllevó aprendizajes sin precedentes y fue clave en mi determinación por emprender iniciativas inspiradas en dicha experiencia en mi propia comunidad.
La inmersión en el proyecto sociocultural Maravillas de la Infancia y la convivencia con sus integrantes puso de manifiesto, desde el inicio hasta el final del encuentro, la incalculable riqueza que se da al intercambiar culturas, personalidades y vivencias. Principalmente el voluntariado consistió en el desarrollo de diversos talleres en el centro que acoge a participantes y familias de la ciudad de Matanzas. Dentro de la programación habitual del proyecto, que incluye actividades de baile, canto y béisbol entre otras, se incorporaron propuestas del grupo AIPC-Pandora tales como juegos de colaboración o talleres sobre medioambiente. Esta interactuación durante el tiempo en el proyecto, junto a la convivencia en casas de familias integrantes, permitió el intercambio entre el grupo visitante y la comunidad anfitriona con una proximidad, acompañada de sensibilidad hacia el contexto local y una actitud receptiva y proactiva, la que hace tomar consciencia de la necesidad y posibilidad de contribuir a transformaciones sociales positivas.
En definitiva, el Microproyecto de Cuba supuso para mí un entrono ideal y favorable donde identificarse como agente de cambio capaz de pasar a próximas acciones, un paso determinante hacia el emprendimiento de iniciativas propias en ámbitos similares y una comprobación en primera persona de que “hacemos falta” en la transformación hacia un mundo mejor.