Llevo unas horas volando desde Madrid a Doha y de ahí a Delhi, para participar en el Congreso Anual de AFS, una de las federaciones de educación internacional de la que formamos parte, así como Federation EIL, surgidas ambas tras la segunda guerra mundial para contribuir a la paz global, concretamente desde la movilidad y el encuentro intercultural e internacional de los y las jóvenes.
He de reconocer, que, por primera vez, he dudado en venir, me ha invadido la incomprensión, la tristeza y el miedo, pero esta mañana, un artículo leído en la prensa internacional sobre una posible declaración de Naciones Unidas, propuesta esta noche por China y Rusia con el apoyo de Brasil, me han hecho entender mejor. Este acuerdo no ha conseguido los votos suficientes ya que insta a Israel a parar su violencia en Gaza mientras que no condena el ataque terrorista de Hamas, algo inaceptable para la visión occidental de las Naciones Unidas.
No olvidemos que, durante todo el año pasado se ha tratado de convencer, sin éxito, a los países en desarrollo, de que condenen a Rusia por su invasión de Ucrania. A cambio, muchos de ellos prefieren hablar de “guerra en Ucrania”, en la que ambos dos países tienen mismas responsabilidades en el conflicto. Este mismo posicionamiento lo hemos visto esta noche en la mencionada declaración en la que Rusia y China están, también a la cabeza.
El orden mundial está en transformación, los países en desarrollo, las economías emergentes, los BRICS (Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica), o como queramos llamarlos, reclaman un lugar en el escenario global dominado por occidente y sus prácticas geopolíticas durante años. Incluso el propio Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha afirmado en numerosas ocasiones que, “las estructuras de gobernanza hoy reflejan el mundo de ayer”; éstas se tienen que reformar para reflejar las realidades económicas y las lógicas de poder contemporáneos.
De todo esto, parece, que este nuevo orden mundial necesita de Ucrania y Palestina para enseñar sus posturas y generar las tensiones necesarias para mantener el equilibrio deseado por cada una de las partes. Esto es tristísimo a la vez que inaceptable, que los desastres humanitarios supongan un altavoz de visibilidad para la política y la economía internacional, es claramente condenable.
Como organización educativa, desde AIPC Pandora, constatamos una vez más, que lo que está pasando es demasiado complicado de entender para la ciudadanía, al menos la occidental (que es la que mejor conocemos) y ¿por qué? Nos preguntamos…. ¿Por qué los programas educativos y sus centros no están educando en esta nueva situación? ¿Por qué nuestros jóvenes, en su gran mayoría, no entienden qué está pasando?
Es imprescindible que la educación geopolítica (por muy aburrida que suene) así como económica y social, empiece a formar parte de programas educativos reglados y no reglados, conversaciones y actividades a todo nivel. La ciudadanía y en particular los y las más jóvenes, llamados a lidiar con todo este cambio, busquen su identificación con lo que está pasando y comprendan que el mundo de hoy no se juega con las reglas de sus padres y madres sino con nuevas, en las que ellos y ellas han de ser los protagonistas, pero esta vez son muchos, ya que cuentan todos los jóvenes, los del mundo entero.
Nuestros hijos e hijas tendrán que entender que “la seguridad” no puede pertenecer únicamente a occidente y “la prosperidad” no estará a partir de ahora en manos de los chinos; tendrán que comprender que tienen que participar en un mundo donde no necesitan elegir entre uno u otro, ya que estos conceptos y/o principios pertenecen a la humanidad, que a día de hoy se ve continuamente amenazada y donde el coste de vidas humanas parece estar al servicio de las tensiones políticas y económicas a escala global.
Espero llegar a puerto, a Delhi esta vez, y encontrarme allí con representantes de organizaciones educativas de más de 80 países, donde poder compartir estas ideas y avanzar en nuestra contribución a programas educativos válidos y adaptados al mundo “real” de hoy y para que, por fin, avancemos, todos, en la misma dirección hacia la paz mundial.