Kenia: «Hemos disfrutado de un espectáculo sublime y nos sentimos ciertamente afortunados»

Tras un semana con una buena paliza de construcción a las espaldas, los voluntarios se ha ido a realizar un breve safari y disfrutar de su merecido descanso en el Parque Nacional de Maasai Mara a unos 200 km de la capital. Lugar maravilloso con preciosos paisajes donde la sabana africana cobra su máxima expresión. Un parque emblemático considerado la joya de la corona de Kenia donde se puede encontrar una fauna sin igual: elefantes, hipopótamos, cocodrilos, leones, leopardos, guepardos, jabalíes salvajes, avestruces, búfalos, ñus, gacelas thompson, okapis y venados diversos, jirafas, cebras, hienas, y un sinfín de aves multicolor.

Patrick, nuestro guía keniata, tipo alto y corpulento, chistoso y plenamente versado en las artes de la amabilidad y el buen servicio, ha estado extremadamente generoso y agradable y nos ha permitido explorar la inmensidad de este increíble ecosistema y descubrir casi todos los secretos que sus animales nos deparan. Horas de deambular por la sabana, ese entorno natural en estado puro, conviviendo con animales en libertad propios de los documentales de la 2. Simplemente un experiencia alucinante.

La visita al poblado Maasai cerca del modesto camping donde nos alojamos se realiza bajo la atenta mirada de los jefes del mismo. Es aquí donde se permite la toma de fotografías y donde se muestra el vivir tradicional de este pueblo milenario. Con tintes de parque temático, el colectivo convive con un influjo de turistas y un movimiento de capitales que no necesariamente les reporta todo lo que debiera ya que si bien el parque recibe la friolera de cerca de 4000 turistas diarios las autoridades keniatas no prestan la debida atención a un pueblo que malvive gracias a la cría de ganado y las migajas que pueden arañar de los turistas que les visitan.

Según comentan, la caza está terminantemente prohibida y la situación de paro y discriminación es importante. Amén de las sequías que a menudo no permiten buenas crianzas de ganado.  Las familias dicen subsistir con apenas nada, y dada la presente inflación y los desorbitados precios en los alimentos básicos, en los servicios de transporte, la comunicación y la sanidad o la educación, la verdad es que la existencia en este recóndito lugar del planeta sospecho resulta francamente difícil.

El otro día presenciamos un manifestación que protestaban por la seguridad tan precaria que disfrutan los poblados Masai y de cómo un mujer había sido aplastada por una elefanta agresiva que entro en el poblado debido a la falta de defensas adecuadas alrededor de los mismos. Las autoridades llevan años esquivando las protestas y según denuncian muchos, llenándose las arcas a base de sobornos y suculentos negocios con hosteleros indios y chinos que están ávidos de inversión en África. Desgraciadamente hacen caso omiso a las peticiones de los jefes Masai y  permiten la hegemonía de inversores que se benefician de un lucrativo negocio y que apenas deja nada a los pobladores de la zona.

El regreso a Nairobi tras varios cientos de kilómetros a nuestras espaldas se hace cansino y largo. Malas carreteras y conductores suicidas amenizan nuestro regreso. Hemos disfrutado de un espectáculo sublime y nos sentimos ciertamente afortunados. Pocos pueden hacerlo. La gran urbe y su polución infinita, su locura de tráfico, la suciedad que todo lo inunda y lo apesta, la miseria más atroz, se respira globalmente, en cuanto sales de las calles principales, algo que sin más se antoja atronador. Quien pillara la Sabana.
El regreso al trabajo el martes tras un lunes festivo en la capital ha sido muy alegre. Los niños nos esperaban con impaciencia y parecía un siglo ya desde el viernes que nos despedimos.

De nuevo tras un buena reunión de planificación hemos retomado el trabajo de la valla, la huerta, los accesos a la finca y  la incineración de basura. Los problemas son varios si bien creemos el más importante es el higiene general ya que desgraciadamente la población de los slums vive acostumbrada a tirar todo allá donde mejor le viene. El resultado son calles anegadas de basura, acequias que no fluyen ni cumplen con su labor e infinidad de fauna que se nutre de tan suculento pastel. Y es que, las condiciones de salubridad general son espeluznantes y las autoridades parece apenas hacen por resolver los problemas existentes y mejorar las condiciones de habitabilidad de los slums ni parece que se ataque demasiado lo prioritario, la educación de la población.

El trabajo si bien duro y desagradable es altamente reconfortante, las condiciones de limpieza y salubridad en el centro han mejorado exponencialmente en apenas 8 días de trabajo de saneamiento y reconstrucción. Los voluntarios se encuentran satisfechos y los responsables del centro rebosan alegría al no tener que soportar la mayor parte de la basura y los fétidos olores.

Por otra parte una vez completada la sesión de trabajo de construcción matinal, a partir de las 14.00, tras haber terminado nuestro almuerzo, retomamos la actividad de forma más lúdica y educativa. Es el momento de compartir y el tiempo de reír, jugar, cantar, bailar dibujar, fotografiar, saltar la comba o jugar al fútbol. Tiempo de disfrutar de instantes inolvidables con increíbles esponjas de cariño y emoción, dos intensas horas de felicidad en las que acabamos cansados, agotados, emocionalmente exhaustos y físicamente destrozados. La intensidad es máxima.

Este fin de semana algunos del grupo parten hacia Mombasa, segunda ciudad del país, en la costa sureste del país, en pleno océano indico y cuna de la cultura Swahili. Otros en cambio parten a Nakuru, con su impresionante lago y sus flamencos y a disfrutar de una visita a un orfanato en Kabarnet, pueblo de 30.000 habitantes donde unas chicas de Mallorca están ayudando a un colectivo sin apenas recursos. Así que como veis menudo par de planazos!!!!

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