Cuaderno de Bamákora en el Microproyecto de Malí: Día 3

Séyô se quedó dormida más tiempo del que debía. No había descansado por la noche lo suficiente y tuvo que desayunar rápidamente, porque sus compañeros Roukía, Amadou, Birama y Nandi estaban en el aula listos para enseñarle la vida de la aldea. Conoció los microproyectos, las infraestructuras, la jerarquía, las formas de subsistencia de la aldea, y muchas otras curiosidades de Kalassa, como el hecho de que su nombre proviene de «kala» (hierba seca) y «ssa» (apagar). Cuenta la leyenda que, antes de la independencia, en 1960, el jefe de una tribu decidió «apagar» (finalizar) el fuego de la guerra, y lo hizo justo ahí.

El siempre dispuesto Omar Diarrá, al finalizar el taller, la condujo al restaurante de Adela, el Nafolo Grill¨, donde probó un plato de sémola con salsa de carne picante (qué rica!) y otra bebida dulce llamada serayi, hecha a base de harina de baobab. Pasó su somnolienta sobremesa tumbada en un diván de cañas, que resultó cómodo al principio, pero ni con posturas de yoga encontraba el sueño al cabo de unos minutos. De manera que se puso a estudiar bambara, en particular los números (kelen, fla, saba, nanni, durúm, wooro, etc.) hasta que Nandi y ella concretaron juntas las actividades de la aldea.

Paseó por los alrededores para ver si encontraba algún vestido de los que anhelaba desde el día anterior, pero volvió con solo una piña importada y naranjas de la tierra para compensar. Tuvo que darse prisa porque había quedado en el hipódromo a cenar con Eva, una tubabu cooperante de Médicos Sin Fronteras. Birama no la dejó sola en ningún momento y, gracias a él, no se retrasaron mucho en el trayecto.

El local estaba dentro de la misma pista de carreras, con una pantalla gigante, luces de colores y una pista de baile que le daban, junto con los caballos, un toque surrealista. Se pusieron a hablar y repasaron sus proyectos mientras esperaban la cena. Les dio tiempo a tomarse tres cervezas cada una lo que hizo que, con el hambre que tenían, le recordara que los tiempos en Malí no son los mismos. Una vez en casa, antes de acostarse, jugó a las cartas

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