UN AÑO EN TURQUÍA
Hace un año tomé un vuelo a Antalya con el sueño de llevar a cabo este hermoso proyecto. Un año después, solo puedo celebrar el camino para cumplirlo, porque en ese flujo de meses y lugares exploré un país impresionante, conocí a fondo una nueva e increíble cultura y lo más importante, conocí a mucha gente maravillosa que hoy ya son un trozo de “casa”.
No me puedo sentir más agradecida y afortunada de haber tenido la oportunidad de colaborar con una asociación que apuesta por los jóvenes y la transmisión del patrimonio cultural.
Por tener una familia en cada uno de los jardines de infancia en los que colaboramos; por haber tenido la suerte de recibir cientos de abrazos sinceros y trabajar con el corazón dispuesto no solo a aprender, sino a enseñar cada día.
Agradecida por encontrarme con grandes amigos que hacen de este mundo un lugar mucho más humano y hermoso.
Y sobre todo, agradecida por cada minuto que he pasado en este país, por ese día a día que me ha permitido descubrir la belleza de una ciudad que amanece con amaneceres sobre el mar. Por todos los desayunos turcos compartidos, las lecturas del futuro en el café, los coloridos bazares, el olor a especias, el sonido de la llamada a la oración que marcaba la hora, los bailes que celebraban la vida… y en especial, por la calidez de todas las personas que estuvieron abiertas a escucharme, a ayudarme ya compartir con ellas la belleza de cada tradición.
Regreso a mi país con todos los paisajes grabados en mi retina, cientos de aprendizajes en mi mente y un sentimiento de acogida que me acompañará toda la vida. Si algo me enseña la vida en cada viaje es que estés donde estés, el amor siempre será amor… y realmente el amor mueve al mundo.
Çok teşekkürler, Turquía
