Microproyecto de Cooperación de Arquitectura-Medicina en India: Namaste India

Después de un largo viaje desde Madrid, tres días viajando en avión, tren, autobús, furgoneta y coche, pasando por climas secos, húmedos, calurosos y lluviosos, el pasado lunes llegamos a nuestro destino: el pequeño pueblo llamado Bundla, al pie de los Himalayas en la región india de Himachal Pradesh. Habíamos hecho escala en Estambul (casi 12 horas) donde disfrutamos de la ciudad y de sus principales mezquitas y palacios.

Aunque todo pasado por agua por la gran tormenta que nos pilló. Pero eso no nos impidió recorrer las tiendas del gran bazar y disfrutar en una terraza cantando canciones con el ukelele de Luis, a ver si con ésas espantábamos a la lluvia.

Después nos esperaban 6 horas de avión para llegar a Delhi y ver el amanecer ya en tierras indias. El clima casi tropical de la capital de la India nos recibió con los brazos abiertos, sin ningún contratiempo y con todas nuestras maletas. Y la gente de IDEX estaba allí también. Debíamos hacer una parada en Delhi para esperar a coger el tren nocturno que nos llevaría hacia el norte. Descanso, primera comida india, primer vistazo a los alrededores y a la gente, mensaje de tranquilidad a las familias españolas. Eso fue nuestro día de relevo en la casa de IDEX en Delhi. Nos esperaba la noche en la estación de tren de Delhi, quizá una de las más transitadas del mundo, y un tren nocturno con camas en litera de tres en tres. Una experiencia muy impactante pero que salió a la perfección y donde la gente india nos trató con muchísima hospitalidad, respeto y afecto, algo de la cultura asiática que muchas veces echas de menos en otros lugares. Pero por fin, tras pasar la noche en el tren y recorrer 120 kilómetros durante 4 horas por carreteras de montaña, llegamos a nuestro destino: una casa de casi cinco plantas en lo alto de una ladera en Bundla, cerca de Palampur, la cual sería nuestra casa de acogida durante tres semanas.

Y al día siguiente, sin esperar un minuto, nos ponemos a trabajar. Nos enseñan la zona y evalúamos lo que vamos a hacer para ponernos manos a la obra en cuanto antes. Por un lado el grupo de arquitectura empieza a preparar los cimientos de lo que será un contenedor social para la aldea de Kandi, pico y pala en mano, o más bien el sucedáneo indio de la pala. Los de medicina hacen sus primeras actividades de primeros auxilios con niños y realizan su primera visita a una familia autóctona para hablar sobre salud, alimentación y de la vida en general, sin que falte, por supuesto, el álbum de bodas familiar, algo imprescindible en una visita, ya sea en la India o en un pueblo de Teruel. Un viaje que promete buen trabajo, diversión, descubrimientos, muchas cosas que compartir y, sobre todo, mucho que aprender unos de otros.

Jose Ángel Silva, coordinador microproyecto de cooperación de arquitectura-medicina en India.

«Al sentarnos a hablar con una familia de aquí me he dado cuenta de que aunque somos culturas tan diferentes aparentemente, en el fondo nos parecemos un montón
Cristina Rodríguez-Acosta, estudiante de medicina.

«Algo que en España vemos impensable aquí puede ser lo más normal del mundo o al revés.»
Alberto González, estudiante de arquitectura.

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