Alí Amer, 19 años, refugiado iraquí; participante este verano en el programa de becas Juventud&Liderazgo de AIPC Pandora, en el proyecto en Perú de Educación y Construcción Sostenible: “Fue la muestra de que el ser humano es un ser maravilloso y que a pesar de todas las diferencias entre nosotros solo nos hace falta espacio y compartir momentos para unirnos y querernos. No nos damos cuenta de estas cosas hasta vivir experiencias como ésta”. Puedes leer el testimonio completo de Alí aquí:
«Me fui a Perú muy ilusionado y a la vez con muchos miedos, pero volví sin ellos y con otra versión y manera de ver el mundo y las cosas. Me di cuenta de que la gente allí, por mucho que digan que es un país menos desarrollado económicamente, son del primer mundo cuando hablamos de humildad y de conciencia. Son gente que, aunque no tengan lo que muchos de nosotros tenemos, saben ser felices, valorar lo que tienen, cuidar el medio ambiente, ayudarse entre ellos y compartir todo lo que tienen, por poco que sea.
Aparte de eso, me di cuenta de que a veces tenemos gente de la que aprender muy cerca de nosotros y que no siempre los vemos con claridad. Con esto me refiero al grupo con el que llevé a cabo el proyecto. Fuimos ocho personas que no nos conocíamos de nada, ocho personas que, bajo mi punto de vista, fuimos todos valientes.
Cada uno venía de un lugar distinto, con una forma de pensar y ver las cosas de distinta manera. Solo nos unía una causa: poder ayudar a gente, aprender de ellos y enseñarles lo que sabíamos. Sin embargo, al final me di cuenta de que por muy distintos que creemos que somos, siempre podemos aprovechar las diferencias entre nosotros y sacar provecho de ello, ya que siempre nos mantuvimos unidos cuidándonos entre nosotros mientras intentábamos hacer lo mejor para llevar a cabo nuestro proyecto de la mejor forma posible.
Fue una experiencia maravillosa de la que aprendí y crecí a nivel personal, aprendí muchísimas cosas y conocí a muchas personas que hicieron de esta experiencia aún más bonita. Son muchos sentimientos que no se pueden definir con palabras.
En tres semanas, formamos una relación muy bonita con los jóvenes de allí y con todo el grupo de voluntarios. Fueron muchos momentos inolvidables, como el día que nos despedimos de ellos. Para mí, cada lágrima que caía aquel día tenía un valor y un significado enorme. Cada abrazo transmitía tanto amor que no existen palabras para describir lo que se siente.
Fue la muestra de que el ser humano es un ser maravilloso y que a pesar de todas las diferencias entre nosotros solo nos hace falta espacio y compartir momentos para unirnos y querernos. No nos damos cuenta de estas cosas hasta vivir experiencias como ésta.
Alí Amer